Desde sus inicios, el Proyecto Universitario Xochimilco propuso una universidad crítica, actuante y propositiva para enfrentar soluciones a problemas nacionales y sociales; ello significó, por un lado, una concepción “modernizadora” de la educación con su modelo psicopedagógico, además de proponer a la universidad como agente activo en el cambio social. Siempre ha existido consenso en la necesidad del compromiso social y nunca se ha dejado de hablar de ello, incluyéndolo en casi todos los documentos sustantivos de la universidad. El problema surge al discutir la direccionalidad de ése compromiso, debido a la existencia de una diversidad de caminos posibles.
El proceso de la globalización del conocimiento, la internacionalización de contenidos curriculares, la globalización de las comunicaciones y procesos financieros resultan incontenibles e irreversibles, salvo alguna intervención de alguna catástrofe impredecible. El cambio vertiginoso es la constante del contexto. Los movimientos sociales se polarizan en un contexto nacional de elecciones presidenciales y transmisión de poderes en el que seguramente se redefinirá el proyecto de nación con el peligro de no contar con un Estado capaz de gobernar en paz y con seguridad.
La universidad y el papel que los profesores jugamos en ella deberá ser objeto de profunda reflexión y autocrítica para la siguiente administración de la División de CSyH. En el año 2012 y el siguiente habremos de ver el proyecto de nación que orientará al país al año 2018 y que significará sin duda, un reto para las instituciones de educación superior (IES) en general y para la UAM en particular. El reto que enfrentaremos los profesores será propiciar la generación de conocimientos y soluciones novedosas a los problemas del país, al tiempo que se continúe la formación de individuos críticos, profesionales con ética y valores.
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